El Seminario Diocesano de Monte Corbán acogió este martes el segundo día de las Primeras Jornadas Diocesanas sobre Migraciones, una cita organizada por la Delegación Diocesana de Migraciones de la Diócesis de Santander. Tras la jornada inaugural, dedicada a la reflexión y el análisis, esta segunda sesión ofreció una vivencia profundamente humana: la experiencia de las Bibliotecas Humanas, bajo el lema “Conversaciones de vida sobre la trata y las migraciones. Historias reales que invitan a la empatía, al respeto y al compromiso social”.
Lejos de conferencias o ponencias formales, la dinámica propuso algo distinto y transformador: “leer” a personas en lugar de libros, escuchando sus historias en primera persona. Cada participante se convirtió en un “libro vivo”, ofreciendo su testimonio a pequeños grupos de oyentes en un clima de respeto, silencio y acogida.
Entre las voces que dieron vida a esta singular biblioteca estuvieron Mª Luisa del Pozo, quien compartió “Del silencio a la palabra: cuando la esperanza se convierte en grito”, un relato sobre la trata de personas con fines de explotación sexual y la labor de las Oblatas Leiho Zabalik, donde el miedo, la valentía y la esperanza se entrelazan en caminos de liberación.
También Miriam Santorcuato Bilbao, de la asociación Askabide, relató su trabajo de más de cuarenta años junto a mujeres que ejercen la prostitución o han sido víctimas de trata, destacando valores esenciales como el respeto, la escucha y el acompañamiento sin juicio.
Desde una mirada migrante, Guadalupe Salinas Tostado, de Latinexion, narró su travesía personal “De la crisis a la plenitud”, en la que su experiencia de migración desde México se transformó en un camino de resiliencia, fe y compromiso comunitario.
Otro testimonio que conmovió a los presentes fue el de Mauricio Tirado Becerra, colombiano afincado en Cantabria desde hace décadas, que bajo el título “Lejos de casa, cerca de todos” compartió su proceso de integración, sus años de separación familiar y la importancia de la fe y la comunidad cristiana en su vida.
Finalmente, Olga Martínez Fernández, de Cáritas Diocesana de Santander, presentó “Las olvidadas”, un relato sobre las mujeres que viven en contextos de prostitución y trata. Desde el Centro de la Mujer “La Anjana”, recordó que estas mujeres siguen siendo las grandes invisibles de nuestra sociedad, pero también portadoras de una admirable fuerza y esperanza.
Las Bibliotecas Humanas se convirtieron así en un verdadero espacio de comunión y escucha, donde cada historia despertó emociones, preguntas y compromisos. La jornada concluyó con un momento de reflexión compartida, subrayando la urgencia de construir una Iglesia que escuche, acompañe y transforme con ternura las heridas del mundo. Además, D. Ricardo, Vicario episcopal para la Acción Caritativa – Social, manifestó “el empeño de la Diócesis de romper toda forma de dispersión y que para la acción de la Iglesia es precisamente la unidad y la experiencia de comunión lo que nos hace verdaderos testigos y más eficientes”.
“Nadie es extranjero en la casa de Dios”, recordaron desde la Delegación Diocesana de Migraciones, invitando a seguir caminando juntos hacia una Iglesia diocesana más fraterna, acogedora e inclusiva, especialmente con quienes sufren las fronteras de la indiferencia.