El Jubileo con los migrantes pone el broche de oro a las I Jornadas diocesanas sobre migraciones

El pasado domingo celebrábamos la Jornada Mundial de los Migrantes y de los Refugiados, una ocasión especial para visibilizar la situación de millones de personas que en el mundo se ven obligadas a abandonar su tierra por situaciones de dificultad extrema. Por este motivo, nuestra diócesis ha organizado las I Jornadas sobre migraciones, que se han celebrado entre el lunes y ayer miércoles y que han sido promovidas por la Delegación de Migraciones y Movilidad Humana. Se inauguraron el lunes con una interesante mesa redonda celebrada en el seminario diocesano que llevó por título «Relación Espiritual, jurídica y social de la atención integral al migrante«. El martes, también en el seminario de Monte Corbán, se llevó a cabo una original actividad, la biblioteca humana, una experiencia de encuentro y esperanza. Y en la tarde de ayer se procedió a la clausura de las jornadas con la celebración de una Eucaristía con motivo del Jubileo de la Esperanza con los migrantes.

Como cada uno de las experiencias jubilares que se están celebrando a lo largo del año en la S.I.B. Catedral de Santander, la celebración comenzó en la parroquia del Santísimo Cristo, desde donde se peregrinó hasta la Catedral, un caminar símbolo de ilusión y esperanza. Allí, tras la bendición a los asistentes por parte de nuestro Obispo, D. Arturo, se celebró una entrañable Eucaristía en la que participaron activamente personas migrantes llegadas de distintos países.

Como en cada Jubileo, D. Arturo quiso agradecer a los presentes la respuesta a la llamada de la diócesis a participar en esta jornada y destacó la importancia de que nos tratemos como hermanos: «El mundo actual se debate en muchas cosas que quedan lejos de las exigencias de nuestra fe. La Iglesia siempre es madre acogedora que recibe con los brazos abiertos». Analizó también el Evangelio del día (Lucas 11, 1-4): «Es significativo y sugerente contemplar a Jesús en el Evangelio. La escucha de la Palabra remueve nuestra atención y aunque a veces perdemos la sensibilidad necesaria, difícilmente sin el testimonio de Jesus podríamos aprender de Él». En este pasaje, los discípulos, que suelen ver orar a Jesús, le piden que les enseñe a orar como Él lo hace. «Jesús les enseña su oración personal, no es una catequesis. La oración de Jesús siempre comienza e incluye la expresión «Padre», que lo dice todo», afirmó D. Arturo, a lo que añadió que «es una gran lección para nosotros siempre, especialmente en esta jornada mundial. En el Padre todos cabemos, no hay fronteras, barreras ni discriminación».

Tras la celebración de la Eucaristía, D. Ricardo Alvarado del Río leyó un documento en el que expresó los sentimientos de tantas personas que sufren, junto los que también sufrimos, por las situaciones de injusticia y de falta de comprensión hacia las personas migrantes. Asimismo, trató de expresar y detallar la posición de la Iglesia y la necesidad de ser una sociedad acogedora, que reciba con los brazos abiertos a aquellos que se ven obligados a abandonar su tierra por situaciones de injusticia o necesidad extrema. 

 

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