De este modo, afirmando que sí se puede ser feliz desde una silla de ruedas, finalizaba su testimonio Lola González-Pinto en el III Encuentro diocesano de personas con discapacidad, celebrado en la tarde de este sábado en la parroquia Santa María Reparadora de Santander y que, un año más, ha resultado todo un éxito, tanto por la respuesta de los asistentes como por el ambiente generado.
El evento comenzó precisamente con el testimonio aportado por Lola González-Pinto, una joven con parálisis cerebral, que se encuentra finalizando sus estudios de Derecho y cuya charla fue absolutamente inspiradora. Comenzó preguntando si creíamos que era posible ser feliz desde una silla de ruedas. Ya conocen la respuesta, pero vale la pena que conozcan el testimonio de Lola.
Unas 120.000 personas viven con parálisis cerebral en España, una situación que no impide que personas como Lola puedan llevar una vida normal. «Mi infancia ha sido muy normal», aseguró y destacó la importancia de su etapa en el colegio Torrevelo-Peñalabra donde estudió desde cuarto curso de primaria hasta finalizar el bachillerato. Allí ha sentido siempre el apoyo de sus compañeros y profesores, un aspecto muy importante para ella: «Si tienes intención y el apoyo de tu familia y de tu entorno, todo se puede».
Detalló experiencias especiales como el Camino de Santiago o viajes a ciudades como Londres, actividades realizadas en el colegio. También ha relatado cómo ha superado momentos difíciles en los que ha notado el respaldo de su entorno: «cuando en 2016 me operaron y tuve que pasar un mes de aislamiento y recuperación en casa, me di cuenta del entorno tan bueno que tengo».
«Esto es lo que Dios ha puesto en mi camino y tengo que vivirlo con una sonrisa por mí y por la gente que me rodea. Lo que intento preguntarme siempre es el para qué de todo esto, no el porqué. Lola relata su día a día en su cuenta de Instagram: @desdemisilla
El encuentro de este año ha presentado una interesante novedad, los premios PreocupACCIÓN, una iniciativa promovida desde la Delegación diocesana para la Discapacidad y que en esta ocasión ha premiado a Mª Victoria Troncoso en el apartado de personas y a la Hospitalidad diocesana de Lourdes en el apartado institucional. En nombre de Mª Victoria ha recogido el premio su esposo, Jesús Flórez, que ha detallado el largo recorrido de trabajo y de lucha por la inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad y en la Iglesia que realizan desde los años 60.
El presidente de la Hospitalidad diocesana de Lourdes, Aurelio Ruiz Bengochea ha sido el encargado de recoger este premio, que tal y como ha asegurado, representa un reconocimiento no solo a la institución, sino sobre todo a las personas que luchan por convertir las limitaciones propias de la discapacidad en oportunidades para salir adelante.
Tras la entrega de premios, celebramos la Eucaristía propia de este I Domingo de Adviento, presidida por nuestro Obispo, D. Arturo, y, tras la cual, todos los asistentes compartieron una merienda fraterna para intercambiar impresiones y experiencias con otras personas.
Tal y como han destacado Lola González-Pinto, Aurelio Ruiz Bengochea; D. Jaime Gutiérrez, delegado diocesano para la discapacidad, o el propio D. Arturo, no debemos centrarnos en la discapacidad como un elemento principal de la persona que convive con ella. Todos tenemos limitaciones de algún tipo. Lo importante es que detrás de ellas hay siempre una persona, con sentimientos y con una capacidad extraordinaria de sobreponerse a las dificultades. Mirar más allá de lo visible y centrarnos en la mirada con el corazón y no con los ojos puede marcar la diferencia.
