D. Arturo

Mons. Arturo Pablo Ros Murgadas, obispo de Santander

Nació en la localidad valenciana de Vinalesa el 10 de junio de 1964 en el seno de una familia profundamente cristiana, hijo de Arturo y Consuelo. Es nieto del Beato Mártir Arturo Ros Montalt, que junto a otros compañeros fue beatificado por San Juan Pablo II en Roma, el 11 de marzo de 2001. Después de unos años ejerciendo su profesión en la banca privada, entró en el Seminario Mayor de la Archidiócesis en 1987 y cursó los eclesiásticos en la Facultad de Teología “San Vicente Ferrer” de Valencia. Fue ordenado sacerdote en la S.I. Catedral de Valencia el 29 de mayo de 1993 por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Valencia, Don Agustín García Gasco Vicente. Mas tarde, en 2012, obtuvo el grado de Licenciado en Sagrada Teología en la misma Facultad.

En septiembre de 1993 es nombrado Vicario Parroquial de la Parroquia de “La Asunción de Ntra. Sra.” de Torrent, tarea que desempeña hasta septiembre de 1996 por ser nombrado Párroco de las Parroquias de “San Vicente Ferrer” y “Ntra. Sra. de la Buena Guía” de Valencia y, al mismo tiempo, Consiliario Diocesano de Cursillos de Cristiandad tarea que ejercerá hasta el año 2002, también en 1998 el Sr. Arzobispo lo nombra miembro del Consejo del Presbiterio.

En el año 2000 fue nombrado Superior del Seminario Mayor de la Archidiócesis, durante cinco años acompaña a los seminaristas filósofos y también participa activamente en las tareas de la pastoral vocacional junto a los rectores de los Seminarios Mayor y Menor.

Una nueva etapa se abre para su vida sacerdotal al ser nombrado en el año 2005 Párroco de “San Nicolás” de Requena y también, en esa misma fecha Párroco de Villar de Olmos y de El Rebollar, asumiendo a la vez la Capellanía de la Residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de la misma ciudad. En 2006 es nombrado miembro de la Comisión Diocesana para el clero y ese mismo año, asume un nuevo proyecto pastoral en Requena al ser nombrado también Párroco de “El Salvador” y de algunas Aldeas que merecen especial mención: Campo Arcís, Los Isidros, Casas de Eufemia, Los Ruices, El Pontón y también de Los Pedrones, La Portera, Hortunas y la Parroquia de Chera.

El 1 de septiembre de 2010, siendo Arzobispo de Valencia, el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Carlos Osoro Sierra, fue el dia del juramento como Vicario Episcopal, asumiendo la responsabilidad de la Vicaría V “Lliria-Requena-Ademuz”, y en ese mismo año es nombrado miembro del Consejo del Presbiterio y del Consejo Diocesano de Pastoral. Entre los años 2012 y 2016 fue profesor colaborador del Instituto Diocesano de Ciencias Religiosas, impartiendo clases de teología en las Sedes de Ademuz y Requena.

El 27 de junio de 2016 fue nombrado, por el Papa Francisco, Obispo Titular de Ursona (Osuna) y Auxiliar del Arzobispo de Valencia y fue ordenado el 3 de septiembre del mismo año, en la S.I. Catedral de Valencia, por el Emmo. y Rvdmo. Sr. D. Antonio, Cardenal Cañizares Llovera, Arzobispo de Valencia. En la misma fecha es nombrado Vicario General y coordinador de la Vicaría para el Laicado y la Acción Caritativa y Social de la Archidiócesis.

Toma posesión de la Diócesis de Santander el 16 de diciembre de 2023.

En la Conferencia Episcopal Española es, desde marzo de 2020, Presidente de la Subcomisión Episcopal para Juventud e Infancia y miembro de la Comisión Episcopal de Laicos, Familia y Vida.

Escudo de Mons. Arturo Pablo Ros Murgadas

«Afanyeu-se a perdonar».- Llamaron a la puerta a altas horas de la madrugada del 28 de agosto. María, su esposa, preocupada, tuvo la intención de abrir la puerta. Saltó de la cama y se dispuso a vestirse deprisa. Arturo se le adelantó. Ella quedó asomada en la puerta entreabierta del dormitorio. Abrir la puerta de la calle y abalanzarse rápidamente sobre él, todo fue una misma cosa. Lo maniataron, Arturo, muy tranquilo, trató de hacerles reflexionar para que desistieran y cambiaran sus intenciones. Ya en la calle, transcurrieron breves instantes junto a la ventana de la habitación durante el entrecortado e imposible diálogo. La sentencia estaba echada. Luego se lo llevaron… Arturo, una vez subieron al coche los otros compañeros, les hizo una breve reflexión sobre su suerte inmediata y que era el momento de prepararse para ello. «Vamos a recibir el bautismo de sangre», Ies dijo. Luego se ensimismó, llegando a la misma transfiguración. Así hasta el lugar del suplicio. Ya no pronunció ni una palabra más… Fue en la madrugada del 28 de agosto. Viernes. El último y más importante de su vida. Viernes de dolor y de muerte. Viernes de martirio. Al igual que Cristo, entregó, sin resistencia, su vida al Padre el Viernes Santo en el Gólgota. Así Arturo, en su Gólgota personal, en el horno de cal, entregaba su vida, perdonando… La verdad es que, como los que llevaron a Cristo a la Cruz, éstos, tampoco sabían lo que hacían… Al exhortar a sus compañeros a que se preparasen a recibir «el bautismo de sangre», Arturo confesaba que el martirio no sólo es la expresión más alta del amor a Dios, sino también que en él se realiza de manera real Io que en el bautismo acontece a modo de signo sacramental. Morir juntamente con Cristo para resucitar con Él. (Del libro «Arturo Ros Montalt 1901-1936» escrito por D. Honorato Ros Llopis).

Afanyeu-se a perdonar, fue el consejo y la enseñanza insistente de Arturo a su esposa y a sus hijos. Arturo Ros Montalt, abuelo paterno de Arturo Ros Murgadas, fue beatificado por San Juan Pablo II en Roma el 11 de marzo de 2001. EI lema episcopal, «Properate ad veniam oferre» – » Afanyeu-se a perdonar» iluminador del mismo escudo, no quiere ser una mera evocación o recuerdo, más bien trata de un proyecto de vida: vivir el perdón y la misericordia, ser testigo del amor misericordioso del Padre, ser profeta de amor y de esperanza, ser cauce de reconciliación y de caridad. Proyecto de vida imposible sin el alimento necesario que es la Eucaristía y sin la intercesión y protección de la Virgen María. De ahí el sentido y la explicación de las partes del escudo episcopal.

El cuartel derecho del escudo, evoca la Eucarista, con la custodia y la palma del martirio. «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mi» (Jn 6, 54-57). Es la mejor expresión del deseo de la entrega y de la vida y del sentido del episcopado de Arturo Ros. La vivencia eucaristica en su pueblo natal, Vinalesa, la «Minerva», y la pertenencia de su familia a la antiquísima Cofradía del «Santísimo Sacramento», han marcado siempre la trayectoria del nuevo obispo.Es como un sello de fuego grabado en el alma por el que la Eucarista siempre ha sido el centro de su vida y quiere hacer de su vida una existencia eucarística.

El cuartel izquierdo del escudo evoca el apellido Ros. En campo de oro, ocho rosas de gules puestas en dos palos. En heráldica, gules, usado siempre en plural, es la denominación del color rojo vivo. Pero también hay una lectura simbólica en esta parte del escudo. Se refiere a la «rosa del cielo escogida». Es María, la Madre de Jesús. Así rezan los gozos a la Santisima Virgen del Rosario, patrona de Vinalesa, «Vos sois la rosa mejor que destierra nuestro mal». Esta hermosa advocación, presente desde la infancia en la vida de Arturo Ros, la de la «mujer orante», acompaña la vida sacerdotal del nuevo obispo experimentando siempre la caricia maternal de la Madre del Cielo a la que ama y venera como hijo pobre y pequeño.

Así de sencilla es la explicación del escudo episcopal de Arturo Ros Murgadas, queriendo reflejar en él su pasado, su presente y su futuro que no es otro que el fiel y firme compromiso de ser un buen pastor.

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