Bien Aparecida


En las verdes laderas del valle del río Asón, en el lugar de Somahoz y dentro del término municipal de la localidad cántabra de Ampuero, se halla el santuario de la Virgen Bien Aparecida, patrona de la diócesis de Santander y de la comunidad autónoma de Cantabria, cuya custodia, desde 1908, está confiada a la Orden Trinitaria. La historia de la imagen explica su devoción y su patronazgo.

Santuario de La Virgen de La Bien Aparecida

Los orígenes

Refieren las crónicas que, a principios del siglo XVII, existía en aquel lugar una pequeña ermita dedicada a San Marcos; y también que el 15 de septiembre de 1605 encontraron en una de sus ventanas una pequeña imagen de la Virgen. Nadie supo jamás la historia previa de aquella talla. Sólo se conoció que los lugareños la recogieron de aquella ventana y la depositaron reverencialmente en el interior de la ermita, y que, desde entonces, cada vez más gente acudía a aquella ermita para orar a María ante aquella imagen.

El nombre de la Virgen

Cuenta también la historia que, poco antes de que hallasen la imagen mariana en la ermita de San Marcos, había (y sigue estando) una talla muy parecida en el barrio colindante de Marrón; es la Virgen de la Mar. Dice asimismo la historia que un lugareño, llamado Rodrigo de Ungos, acudió a dar gracias a la Virgen de la Mar por los favores recibidos y que, al ver esta imagen en mal estado, con buena voluntad, la llevó a restaurar, pero, por modestia y con poco tino, no lo refirió a nadie.

Nombre de la Virgen de La Bien Aparecida

Aconteció entonces que, al mismo tiempo que los vecinos de Marrón, desconocedores de lo acontecido, buscaban su desaparecida imagen, se encontró aquella otra talla en la ermita de San Marcos; lo cual ocasionó un fuerte conflicto, puesto que los vecinos de Marrón porfiaban en que esta última era la suya, y exigían su restitución.

Aquella disputa dio paso a un pleito, que duró hasta que, el buen Rodrigo de Ungos, al devolver la Virgen de la Mar ya restaurada y percatarse del desaguisado que generó su proceder, pidió perdón y aclaró que la imagen hallada en la ventana de la ermita de San Marcos era otra y distinta a la que él cogió para restaurar; por lo que los vecinos del entorno de la ermita pudieron afirmar lo que, sin duda alguna, quedó demostrado: que su imagen «no fue robada, sino aparecida y… ¡bien aparecida!»; de ahí su nombre.

La imagen

La Virgen Bien Aparecida es una pequeña imagen, de 21,6 centímetros de altura. Fue esculpida, dorada y policromada según los dictados del estilo gótico flamenco del siglo XV, muy probablemente, en la ciudad de Malinas, perteneciente actualmente a Bélgica.

Refieren que en esa época y en ese lugar existían talleres artesanales que esculpían imágenes sacras para que la burguesía —que, por el comercio, había logrado un gran poder adquisitivo— las colocase y rindiese culto privado en las capillas y oratorios de sus casas palaciegas.

La imagen de la Virgen Bien Aparecida sigue los patrones de aquellos talleres: de pequeño tamaño por ser para uso doméstico, con Niño en su brazo derecho y ataviada con la vestimenta propia de las mujeres flamencas de aquella época; y con la particularidad de la cándida mirada de la Virgen al Niño mientras le ofrece lo que aparenta ser una hogaza de pan.

Imagen del la Virgen

Entre las tallas de aquellos talleres de Malinas que llegaron a la Península está, además de la Bien Aparecida, la anteriormente referida Virgen de la Mar, de ahí la confusión que existió en su día entre ambas, y que dio origen al nombre de la Bien Aparecida.

El Santuario

Con el paso del tiempo la pequeñez de aquella ermita resultaba insuficiente para albergar a tantos peregrinos; por lo que, al inicio del siglo XVIII, se erigió el actual santuario sobre el lugar que ocupaba la antigua ermita. Este nuevo templo fue construido en estilo barroco siguiendo los trazados de Juan de Rivas Puente. En el exterior del templo destaca su FACHADA sobria, a la vez que majestuosa, en piedra calar de sillería, y coronada con un campanario en forma de espadaña. El interior del templo, proporcionado y acogedor, está presidido por un magnífico RETABLO CENTRAL de estilo churrigueresco, obra de Raimundo Vélez y Bernardino de la Vega. Su temática es eminentemente mariana; puesto que sitúa, en su camarín central, la imagen de la Bien Aparecida con el Niño en brazos y, a cada lado del camarín, dos grandes y magníficas tallas de los padres de la Virgen, San Joaquín y Santa Ana. En la parte superior del retablo aparece la representación de la coronación de la Virgen María por el Padre Eterno, rodeada de ángeles que revolotean y juguetean delante del retablo y alrededor de la escena.

La Virgen Bien Aparecida es una pequeña imagen, de 21,6 centímetros de altura. Fue esculpida, dorada y policromada según los dictados del estilo gótico flamenco del siglo XV, muy probablemente, en la ciudad de Malinas, perteneciente actualmente a Bélgica.

Refieren que en esa época y en ese lugar existían talleres artesanales que esculpían imágenes sacras para que la burguesía —que, por el comercio, había logrado un gran poder adquisitivo— las colocase y rindiese culto privado en las capillas y oratorios de sus casas palaciegas.

La imagen de la Virgen Bien Aparecida sigue los patrones de aquellos talleres: de pequeño tamaño por ser para uso doméstico, con Niño en su brazo derecho y ataviada con la vestimenta propia de las mujeres flamencas de aquella época; y con la particularidad de la cándida mirada de la Virgen al Niño mientras le ofrece lo que aparenta ser una hogaza de pan.

Retablo Central La Bien Aparecida

A cada extremo del crucero del templo se hallan sendos RETABLOS LATERALES, también de estilo barroco. El retablo de la izquierda está presidido por el fundador de la Orden Trinitaria, San Juan de Mata, a quien acompañan las tallas de Santo Tomás de Aquino y San Juan Nepomuceno, y sobre ellos se halla la imagen de Santa Bárbara. En el retablo de la derecha se halla, en su centro, la efigie de San José, esposo de María, acompañado de las imágenes de Santa María Magdalena y de San Juan Evangelista, mientras que un Cristo Crucificado retama el conjunto.

También a cada lado del crucero cuelgan DOS GRANDES CUADROS realizados por el pintor cántabro César Abín en 1955; el de la izquierda es una bucólica representación del momento del hallazgo de la imagen de la Virgen en la ventana de la ermita de San Marcos, y el de la derecha inmortaliza la coronación de la Virgen Bien Aparecida.

Bajo el coro de la iglesia se halla un precioso CRISTO CRUCIFICADO de los talleres barrocos castellanos. La imagen representa, con gran realismo, al Crucificado en el momento de su muerte: los ojos velados y semiabiertos, las venas y los tendones marcados, y el cuerpo ladeado y recostado sobre su brazo.

En el coro del Santuario se halla un magnífico ÓRGANO romántico, realizado en 1914 por el prestigioso taller de Lope Alberdi e inaugurado por el maestro Jesús Guridi, con el que se solemniza la sacra liturgia y se deleita a melómanos.

En la pared lateral, junto a la puerta de la Capilla Penitencial y detrás de una pequeña verja de hierro, se halla el “VENTANUCO”, esto es, la ventana de la ermita de San Marcos donde hallaron la imagen de la Virgen Bien Aparecida.

(Según se entra en la iglesia, se puede ver en el rincón de la derecha el dispositivo de iluminación de los retablos)

La Devoción

Trescientos años más tarde del hallazgo de la imagen de la Virgen Bien Aparecida en la ventana de la ermita de San Marcos, en el año 1905, fue declarada Reina y Madre de la Montaña, es decir, patrona de la diócesis de Santander.

Cincuenta años más tarde del patronazgo, concretamente el domingo de Pentecostés del año 1955, se celebró la coronación canónica de la Virgen Bien Aparecida en la plaza de las estaciones de la capital de la provincia por el obispo de aquel entonces, D. José Eguino y Trecu.

Así mismo, el día 15 de septiembre de cada año, solemnidad de la Virgen Bien Aparecida, se celebra la fiesta de la Comunidad Autónoma de Cantabria.

Devoción por la Virgen de la Bien Aparecida

El Himno

¡Oh Virgen querida, Bien Aparecida!
Reina nuestra eres, danos tu favor.
En la cumbre alzaste tu trono de gloria,
alza en nuestros pechos un trono de amor.

Tienes nuestro cielo para Ti doseles.
Tienes por alfombra campos de verdor:
Hacia a Ti subiendo miles de hijos fieles,
cantan como alondras cánticos de amor.

¡Oh Virgen querida, Bien Aparecida!

Oye si gemimos nuestro acerbo llanto.
Trueca los lamentos en triunfal clamor.
Oye complacida nuestro alegre canto,
si del pecho brotan himnos en tu honor.

La Jaculatoria

Nuestra Señora Bien Aparecida,
Reina y Madre de la Montaña,
rogad por nosotros.

Misas