El 12 de diciembre de 2000 Hogar Belén, dirigido por Cáritas Diocesana de Santander, abrió sus puertas con una Comunidad inicial de cuatro Hermanas -dos enfermeras y dos ATS- que trabajaron en coordinación con el equipo de infeccioso del Hospital Valdecilla. La misión de la Comunidad era la de atender a enfermos terminales de SIDA o enfermedades similares, dándoles el cariño, amistad y compañía que necesitan.
Hoy sábado, la comunidad formada por las Hermanas Aurelia, Rosa, Celil y Carmen, se ha despedido de Hogar Belén tras 25 años de servicio caritativo, cargado de amor y de cariño hacia las personas que más lo han necesitado. Cientos de vidas salvadas y mejoradas con su presencia y cuidados hacia las personas que han pasado por Hogar Belén desde que ese 12 de diciembre de diciembre del año 2000 llegara a Santander esa primera comunidad.
Desde entonces, son decenas las Hermanas de la Caridad de Santa Ana que han servido a los demás en esta pequeña gran familia en la que se ha convertido Hogar Belén. Junto a ellas, decenas de voluntarios y de profesionales contratados por Cáritas Diocesana, que han apoyado la labor de las comunidades de religiosas que en cada momento han curado tantos corazones y tantas heridas provocadas por la exclusión social derivada de situaciones de enfermedad, soledad y pobreza.
Y se han despedido siendo fieles a su carisma: con una humilde y familiar Eucaristía, rodeadas de las personas que han compartido con ellas este camino. Una despedida cargada de su carisma. Se van discretamente, tras más de 2 décadas de entrega total. Y D. Ricardo Alvarado del Río, Vicario Episcopal para la Acción Caritativa y Social, quien ha presidido esta celebración, ha aprovechado su homilía para, en primer lugar, trasladar un afectuoso saludo y la gratitud de nuestro Obispo, D. Arturo Ros, quien, por compromisos adquiridos con anterioridad, no ha podido asistir a esta despedida.
«Cuando pensamos en Hogar Belén pensamos en eso, en hogar. Hermanas, habéis puesto el calor y el estilo de familia para acompañar a las personas. Aquí, la caridad se volvió trabajo compartido y calor humano», ha asegurado D. Ricardo.
Asimismo, ha aprovechado para traer a esta despedida el sentido de la Palabra escuchada en la Eucaristía: «La Palabra nos dice que se abre camino donde parece no haberlo. La luz se abrió paso en situaciones difíciles en este lugar y Dios ha estado en cada gesto de ternura y en cada historia vivida». Ha afirmado igualmente que «estamos tristes por vuestra marcha, pero al mismo tiempo resuena una convicción: en la vida de la Iglesia el bien permanece y la caridad se convierte en semilla de esperanza».
Ha agradecido a las Hermanas su presencia, profesionalidad y su compañía. «Lo que habéis vivido aquí no desaparece, queda en la historia de esta diócesis, en el corazón de las personas acompañadas y en Dios. Hoy cerramos una etapa, pero seguimos unidos», ha concluido.
En la celebración la comunidad ha estado acompañadas por Hermanas llegadas de otros puntos de España y por el equipo de Cáritas Diocesana de Santander, formado por profesionales y voluntarios, que han mostrado su tristeza por su marcha y su emoción al recordar todo el trabajo realizado en Hogar Belén estos 25 años.





