DOMINGO 12. TIEMPO ORDINARIO (Día 25 junio)

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Acabamos de entrar en el verano. Un tiempo de mayor serenidad para aquellos que puedan dedicar un tiempo al descanso. Para todos, un ambiente distinto el de estos meses en los que, ojalá, podamos encontrar espacios para acercarnos a la naturaleza, descubrir el valor del silencio, de la armonía, de la serenidad para que todo nuestro ser pueda vivir la experiencia de Dios.

►Escuchar y acoger la Palabra
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: ‘No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos’ (Mateo 10, 26-33)

►Pensar la Palabra
En el texto de este domingo encontramos frases dignas de ser pensadas, profundizadas. El evangelista pone en boca de Jesús esta llamada: No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse… Nos invita a vivir de cara a la luz, de cara a la verdad y sobre todo comprometidos con el Evangelio. Y les previene: anunciar el Evangelio, si se hace como tiene que hacerse y sin ocultar nada, trae consecuencias. El Evangelio de Jesús no está pensado para tener éxito, sino para decir cosas que a quien las dice lo meten en líos y lo acarrean problemas. Miremos el ejemplo del Papa Francisco

►Orar y contemplar la Palabra
Durante esta semana, cada día, voy a tener presente estas palabras del evangelio. Voy a intentar hacerme consciente de cómo hablo ante los demás: en el trabajo, en la familia, en mis momentos de ocio, de relación con mis amigos y amigas… ¿Tengo miedo a expresarme desde la verdad del Evangelio? ¿Tengo miedo a ser rechazado o rechazada… a hacer el ridículo si hablo desde la verdad que entiendo y siento, desde mis compromisos…?
Los poderes de este mundo se van a ver amenazados por una predicación que pone en cuestión los intereses de los poderosos y de cuantos atropellan los derechos de los débiles

►Actuar desde la Palabra
Pues vosotros, hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados… ¿Cómo siento sobre mí ese amor y cuidado del Padre? Él me ayudará a salir en defensa de los derechos de los demás. A hablar y actuar según el evangelio de Jesús: cuando yo siento que se actúa contra la dignidad de las personas, cuando se ofende al más débil, cuando se maltrata al que no puede defenderse. Puedo traer a mi memoria tantos ejemplos que pueden ayudarme.